martes, 31 de diciembre de 2019

La espiral de la vida - 2020

Hace algunos años, exactamente en 2011, escribí un artículo para la Revista Kya  relacionado con la espiral de la vida. En aquel tiempo, puse de manifiesto mi preocupación frente a dos espirales, el propio desarrollo humano desde el punto de vista bio-psico-social frente al tecnológico en su rápido crecimiento que, al final, provoca una arritmia en el corazón de las sociedades.

Después de casi nueve años de aquel artículo, reelerlo me afirma en la convicción que las espirales son la razón de nuestra existencia y no los ciclos, tanto así que ni siquiera son sinónimos. Pensar en ciclos es un proceso de comenzar de nuevo, un estado de repetición que confirma aquella frase que dice: el humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra; y efectivamente, con aquellas buenas intenciones de ahora sí haré ejercicio, bajaré de peso, ahorraré, entre tantas otras cosas cotidianas pero, en cuestiones espirituales y de sentimientos, es más evidente porque al final se repiten los mismos patrones todos los años hasta que se aprende y con reservas. En cambio, la espiral, es un crecimiento sostenido, no repetitivo, incremental, en aumento, progresivo, gradual, de perfectibilidad; en suma, evolutivo, sin olvidarse de lo que se ha aprendido ya que sirve de base para las acciones del presente y que repercutirán en el futuro.

La espiral, no es una idea que solo sea un momento de dilucidación en esta noche de diciembre, como una epifanía. Si son cristianos, la perfectibilidad que les menciono se encuentra en el Sermón del Monte, particularmente en Mateo 5:48: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto». No creen en Dios, no hay problema, en la ciencia está el número φ o número áureo —también llamado el número de oro, sección áurea, razón áurea, razón dorada, medida áurea o divina proporción— representado por la Serie de Fibonacci —la primera pista en la película El Código Da Vinci, por cierto—, que se manifiesta en la naturaleza, en la reproducción de las abejas, la disposición de las hojas de las plantas y los pistilos, las tormentas, la Vía Lactea; también en el arte, los mantras y en la simbología de muchas civilizaciones actuales y antiguas.

Toda esta argumentación, lejos de una fórmula trillada de felicitación por el nuevo año, es más, un deseo de que nuestras vidas estén en armonía en una bella espiral. ¿Qué dicen, aceptan? 
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Ollin Tlatoa por José Daniel Guerrero Gálvez se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
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