Sus recuerdos lo trasladan cuatro años antes y se pregunta si todo esos hechos ocurridos a lo largo de ese tiempo lo ubicaron en este presente, sentado, observando y en camino hacia un lugar que considera un paraíso; su paraíso. Sonríe convencido que estos lo llevaron a estar en este momento preciso y lo que hará, lo llevará, no a otro destino, sino al suyo. De nuevo sonríe mientras las grandes gotas golpean fuertemente o por lo menos así se aprecia en la ventanilla, suceso que no dificulta el viaje y si así fuera, aun llegaría.
Se reclina en su asiento, cierra los ojos, imagina un rostro, un lugar, bellos paisajes, animales, café, la cotidianidad, no duerme pero sueña, sonríe otra vez, se pierde en los sentimientos y pensamientos que desde hace meses se consolidan día a día, que pintan de absolutos, infinitos y eternos. Se deja fluir, tranquilamente, sutilmente mientras que cada minuto lo acercan más a Macedonia.