Luna mía

No importa que tan lejos viaje, siempre nos encontramos. Mis alegrías y tristezas, bien las conoces. Eres eterna en tiempo humano, mi confidente, mi luna. ¿A cuántos enamorados has bendecido con tu luz? ¿A cuántos solitarios has visto llorar? ¿A cuántos nacer? ¿A cuántos morir? Dime. ¿Qué no has visto?

 

Hoy en este campo, en la penumbra de la noche, nos encontramos de nuevo. Yo, solitario frente a ti, aunque sé que no es algo que deseas pero bien sabes por qué es así. Avanzas a través del cielo mientras me regalas inspiración y confort. Si fueras mujer, te enamoraría con la intensidad y la pasión del artista; al fin, tú bien conoces eso, el desbordamiento de emociones, sensaciones, sentimientos, ideas, de amor, ese que enciende la energía y el movimiento mostrando lo máximo de uno mismo, la pasión; mi pasión.

 

¡Ay, luna! ¿Quién cómo tú? Para amarla infinita y eternamente.

A la derecha en Olvido

Recorro caminos, me guía una voz etérea que no pertenece a nadie. Y como una advertencia escucho decirme

 

—A la derecha en Olvido.

 

Mi corazón se estruja y su sonido toma otro color, sombrío e irónico. Doy vuelta a la derecha en Olvido y paso por la calle resistiendo cada metro.

 

—Siga derecho y salga...

 

Salí de Olvido y no dejé el recuerdo atrás. De alguna forma nunca se olvida la belleza que nos deja la presencia de alguien. Seguí el camino a mi destino, aún con esperanza.

Nunca más

 Viene a mi mente aquella frase, de aquel poema, de aquel poeta. Cada palabra retumba en mi cabeza

"... on the Night's Plutonian shore!"

Avanza el tiempo entre sáberes prácticos y sapiencias impenetrables con el ritmo que dejan mis dedos en los sonidos impresos en el diario de mi vida. Y viene otra palabra a mi mente de aquel poeta, de aquel poema.

"... Lenore".

En esta palabra se difumina cada letra transformándose en aquel nombre, de aquella mujer que ocupa mi pensamiento, dueña de mi sensibilidad, de su ausencia en esta orilla plutónica de la noche. Bajo estos pensamientos, siento recorrer un escalofrío desde mi espalda baja hacia los hombros, viniendo por mis brazos y al llegar a mis manos mientras termina su camino en mis dedos, escucho... ya no viene de mi mente, escucho en las sombras que dibuja la tenue luz de una lámpara de mesa y el extinto aroma de una taza de café frío...

"Nevermore!"