Me convertiré en ceiba

A cada tecuán le ofrezco:

Un río para beber sin ahogarse
porque su cansancio es sagrado
para que no lo ofrende en altares vacíos.

Un volcán para rugir sin quemar
porque su fuego podría iluminar,
no solo abrasar.

Una cueva de huesos para recordar
para que su cuerpo escriba
lo que su mente pospuso.

Un espejo de obsidiana
para ver su oscuridad sin perderse,
el silencio y un sello impenetrable.

Y sin buscar la mina
me convertiré en la ceiba donde beberá.
Mi tronco será la paciencia,
mis raíces, las lecciones de estas cuatro sombras,
mi copa será el nido
donde su tecuán dormirá sin miedo.

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