Singularidad

Te juré constelaciones en la piel,

pero tejiste jaulas con mi luz.

Tu sonrisa era un campo magnético:

halo hermoso, trampa de gravitación.


Y en el centro, el vacío disfrazado de sol:

corazón de algodón envenenado,

dulce imán que desgarra la órbita

de todo lo que toca.


¡Hoy te nombro polvo cósmico!

Restos de supernova fría.

Caes al abismo que excavaste,

singularidad que devora su propio latir.

Ya no eres centro de mi universo:

solo ecos en el horizonte de sucesos...

donde el amor se estira y desfallece

antes de apagarse.


La estrella fue tu pequeño astro rehén,

espejo roto donde reflejabas

miradas ajenas.

Yo, nave estúpida, creí leer

mapas de viaje en tu oscuridad...

¡y solo había espejismos de gas!


¡FUUGA!


¡Hoy eres polvo devorado!

Materia oscura sin nombre.

Ni siquiera la luz escapa

de tu núcleo de falsedad.

Mi autonomía reconstruye galaxias

con los escombros de tu agujero negro.

Brillo ahora con luz propia:

fotones libres, sin tu gravedad.

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