viernes, 14 de marzo de 2008

Reflexión hacia la construcción de una Pedagogía Mexicana

Ensayo elaborado para la materia de Filosofía de la Educación en la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.

¿Por qué hablar de una pedagogía mexicana?

Esa es una pregunta importante, más en el contexto en que actualmente vive el país y que ha vivido. La educación es uno de los grandes problemas nacionales y las políticas impuestas por los gobiernos salientes y entrantes sólo muestran su incapacidad para resolverlo. Estas políticas, estrategias o planes educativos no se adecuan a las necesidades del país por una simple razón, no son pensadas para México. La necesidad de desarrollar una pedagogía mexicana es de gran importancia para el desarrollo de nuestro país pero no un desarrollo superficial sino profundo, que desde las raíces de una educación integral se contemplen las particularidades de cada uno de los sectores que conforman la población mexicana. Para lograr esto, se requiere plantear detalladamente la construcción de una pedagogía mexicana que ayude a consolidar esta educación y que en el trasfondo de esta construcción se encuentra la generación de ideas.

El pedagogo y la Filosofía

Son muy variados los problemas que enfrenta el pedagogo. Primero ante todo, la fundamentación teórica donde la pedagogía se debate entre si es ciencia o no. Un debate que lleva abordar la epistemología y su relación con la pedagogía. ¿Un camino difícil? Sí, por cierto. En un rastreo de información en revistas[1] se puede encontrar que el problema de esta relación es limitadamente abordada. Pero si en el mismo medio de información, se realiza una búsqueda con respecto al tema educación, casi en la mayoría de los artículos se abordan principalmente aspectos relacionados a temas como la psicología o la didáctica pero siempre de corte docente. Esto no quiere decir que minimice ese conocimiento, es necesario, pero ¿qué ha pasado con las ideas? “La Filosofía son conceptos” escuche en una ocasión decir a mi maestro de Filosofía. ¿Y acaso los conceptos no derivan de ideas? “Idea[s] que concibe[n] o forma[n] el entendimiento”.[2]

Como ejemplo, he observado que la tendencia del pedagogo es hacia la psicología, que no puedo negar es un ámbito del conocimiento muy seductor pero lejos de serlo en el fondo es práctico y por lo tanto mucho más sencillo, por decirlo así. Lo que quiero poner en evidencia: el pedagogo tiene que ir más allá de lo que las ciencias experimentales ofrecen. Reiterando, es muy sencillo aplicar una prueba para medir la inteligencia, medir el aprendizaje por instrumentos psicológicos, medir el rendimiento escolar, obtener estadísticas de habilidades lectoras, de adquisición de capital cultural, de habilidades matemáticas. No sé, hay tanto que medir que me abruma pero ¿y las ideas? Las ideas son incoloras, inodoras e insípidas a veces y dulces en otras ocasiones y con toda la parafernalia tecnológica de nuestro tiempo, aún conservan esas propiedades.

El pedagogo, seducido por las ciencias más prácticas, ha olvidado que las ideas se manifiestan y eso es un problema. No se le pide al pedagogo que sea un filósofo, no de ninguna manera, lo que tiene que hacer es cultivar un espíritu filosófico hacia su disciplina pues se ha inclinado más por los medios que por el fin, hacia una tendencia más utilitarista. Así que para construir una pedagogía mexicana, primero ante todo, el pedagogo tiene que cultivar un espíritu filosófico.

El pedagogo y la Historia

Otro de los problemas que enfrenta el pedagogo es la cuestión histórica. En la actualidad la tendencia es sólo vivir el presente y desechar la historia es lo mejor. Esta peculiaridad viene del utilitarismo infectado por los sistemas económicos y políticos que han promovido la eliminación del estudio de la historia[3] (de paso, también la geografía). El ser humano es producto de su historia y a ésta no se le da el peso adecuado, el que le corresponde como parte de la construcción del conocimiento.

¿Qué puede ofrecernos la historia? Para muchos, sólo son fechas, lugares, nombres, hechos que nada tienen que ver con el ahora Y sería comprensible si se tomará a la historia como un repositorio de datos pero esa función la cumplen muy bien los acervos bibliográficos, hemerográficos y tecnologías informáticas disponibles en la actualidad.

Retomar la historia, no como un objeto, sino como "... las experiencias de quienes nos precedieron, de nuestros 'poetas muertos'"[4] que permita ahondar en los problemas históricos de nuestra incipiente educación mexicana. El análisis histórico y crítico de la historia mexicana que junto con la historia de su educación ayudará a penetrar con más profundidad en los problemas educativos de nuestro tiempo porque las decisiones del pasado afectan nuestro presente, así como las decisiones de hoy lo harán con el futuro, aún más incierto. Pero no sólo la historia mexicana sino también la de occidente. Remontarnos hasta los griegos, regresar a los orígenes, como recomienda Jaeger, para “... comprender el fenómeno imperecedero de la educación antigua y el ímpetu que la orientó a partir de su propia esencia espiritual y del movimiento histórico al que dio lugar.”[5] Retomar el rumbo, al que hemos perdido en algún momento para reformular, confrontar, delimitar los aspectos educativos de nuestro tiempo y lo por venir.

Revisar, entender, comprender y abordar desde una postura crítica de la historia mexicana y occidental es otro de los puntos que el pedagogo tiene que trabajar para construir una pedagogía mexicana.

El pedagogo y la Sociología

Otro aspecto que debe abordar el pedagogo es el estudio de la estructura y el funcionamiento de la sociedad mexicana que corresponde a la de una nación multicultural. La sociedad mexicana no se limita a zonas urbanas, esta se extiende hasta zonas rurales y comunidades indígenas. Cada una de ellas posee una cultura propia que determina su identidad e historia.

Cada una de estas estructuras culturales se deberá estudiar con detenimiento utilizando para ello ese espíritu filosófico y el análisis crítico de su historia para comprender e implantar una educación adecuada para esta sociedad multicultural. No es un problema sencillo, abordar la educación dentro de este ámbito requiere un compromiso fuerte traducido en el trabajo de campo. ¿Qué quiere decir esto? El pedagogo tendrá que dejar el confort de la ciudad para trasladarse a las zonas donde posiblemente no existen los mínimos servicios que una ciudad ofrece pero es algo necesario con el fin de abarcar la totalidad de las características de los grupos humanos que las habitan.

Al observar el pedagogo con los ojos de la sociología podrá acercarse con detenimiento al interior de las estructuras que conforman la sociedad mexicana y sus relaciones considerando un aspecto fundamental: la comunicación. Uno de los principales problemas que se tienen con las comunidades indígenas es de orden lingüístico. No hay duda que el español es considerado por los indígenas como una herramienta de dominación histórica si no remitamos a la memoria en la etapa de evangelización de la Nueva España, por ello el acercamiento es mucho más difícil. Tal vez con un idioma puente que fomente una comunicación democrática, una educación trasnacional, una eficacia pedagógica, una pluralidad y persidad lingüística, y derechos lingüísticos para una emancipación humana[6] se pueda romper esa barrera entre los pueblos que conforman al país.

Así bien, no se pretende que el pedagogo sea un sociólogo en la extensión de la palabra pero si desarrollar la capacidad para identificar las sutil presencia de elementos en las estructuras sociales del país que permitan la construcción de una pedagogía mexicana.

El pedagogo y la Psicología

Al principio de este ensayo se hace referencia a la preocupación que se tiene con respecto a la inclinación del pedagogo por la psicología. Es importante aclarar que la excesiva inclinación no es buena ya que existe el área de especialización en educación dentro de la carrera de Psicología. El pedagogo, como en las otras áreas de conocimiento, no debe convertirse en psicólogo pero si poseer el conocimiento suficiente para identificar los procesos psicológicos que intervienen dentro del proceso educativo.

La pedagogía como disciplina

Mientras que no se resuelva el positivismo en que se encuentran inmersas las ciencias, la pedagogía, junto con las demás ciencias sociales, estarán en el debate epistemológico que sostienen en la actualidad. Mientras tanto la pedagogía es una disciplina que se apoya en el conocimiento de otras ciencias para identificar, proponer, evidenciar todos los aspectos del fenómeno educativo. Y hasta que los pedagogos decidan adentrarse al problema epistemológico objeto-sujeto necesario para construir una ciencia pedagógica y encontrar un paradigma que logre el equilibrio preciso entre objetividad-subjetividad, la pedagogía seguirá siendo una disciplina, a pesar de ofender a más de uno.

Cada uno de los puntos que se han abordado, muestran que para crear una pedagogía mexicana, el pedagogo tiene que desarrollar las actitudes y aptitudes necesarias antes descritas para integrar los esfuerzos que lleven a la posibilidad de construir una pedagogía mexicana capaz de cubrir las expectativas inpiduales y sociales que necesita el país.

La preparación del pedagogo es importante en todas estas áreas pero lograr esto, ni la sociología, ni la psicología, ni la historia, ni ninguna otra ciencia será suficiente sino se posee ese espíritu filosófico porque la Filosofía son conceptos y de éstos nacen las ideas las cuales no se miden, no se ven pero se proyectan, se manifiestan. Así que desde el punto de vista de un neófito como yo, considero que la esencia de la pedagogía y la mexicana en particular se encuentra fundamentada en la Filosofía y no en ningún otro saber, a pesar de que pueda herir a más de dos.

No es una conclusión

Jugar con las ideas es difícil, más cuando se leen posteriormente y es inevitable no dejar de pensar que algún adictivo se presentó en la “costura” de este ensayo pero no me preocupa, me agrada jugar con las ideas tanto en forma como en profundidad. Así que este ensayo es sólo una reflexión preliminar y posiblemente el inicio de un planteamiento no completado, posiblemente erróneo y hasta inviable pero aún falta mucho que leer y estudiar con detenimiento para llenar esos espacios vacíos pues las ideas fluyen, se manifiestan y reprimirlas sería un homicidio, si se me permite la analogía.

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[1] Publicar en revistas permite a los autores poner en evidencia problemas que aquejan a la comunidad a la que pertenecen, de ahí que se hiciera un rastreo de información en estos medios.

[2] “Concepto”. La Enciclopedia. Vol. 5. 2004. Págs. 3610-3611.

[3] De ahí que los nuevos planes de estudio de la "reforma educativa" mexicana eliminen las materias de historia y geografía; nos roban nuestra memoria y junto con ella nuestra identidad.

[4] Fragmento del poema “De la sociedad de los poetas muertos” de Walt Whitman.

[5] Werner Jaeger. Paideia. Trad. Por Joaquín Xirau y Wenceslao Roces. (2ª ed. 1962), reimp. México, FCE, 2004. Pág. 16. (Col. Filosofía).

[6] Actualmente existe un idioma reconocido por la UNESCO que se fundamenta en estos principios, su nombre es Esperanto (http://www.uea.org/).

Bibliografía:

Jaeger, Werner. Paideia. Trad. Por Joaquín Xirau y Wenceslao Roces. (2ª ed. 1962), reimp. México, FCE, 2004. 1151 págs. (Colección Filosofía).

Landa, Josu. “Más allá de la paideia” en: Antropología cultural. Reflexiones contemporáneas. Arturo Aguirre (comp.). México, Afínita Editorial, 2007.

Nicol, Eduardo. La idea del hombre (primera versión, Herder). México, Herder, 2004. “El porcio de la ciencia y la vida”, parágrafo 4. pág. 427 - 433.

miércoles, 12 de marzo de 2008

La indiferencia pura

Reflexión sobre el capítulo II de "La era del vacío" de Gilles Lipovetsky para la materia de Comunicación Educativa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Él y ella miraban al frente fijamente mientras el auto recorría la carretera, no cruzaron palabra en los pocos minutos -no más de cinco o seis-, que nuestros caminos se cruzaron en la autopista México-Pachuca. Sus vistas perdidas en el camino pero a la vez ausentes no se percataron, ni la mínima sensación que los observaba. Parecían maniquíes dentro de un auto que prácticamente se conducía solo.

¿Así es la indiferencia que menciona Lipovetsky? -Me pregunté-.

La principal tesis que sostiene, es el individualismo que se ha inmerso el ser humano bajo las condiciones de un capitalismo que ha trascendido de los objetos a las personas, como él y ella que van juntos, a unos cuantos centímetros uno del otro, separados en su propio individualismo y aislados del entorno pero, en un buen auto.

La pérdida de valores, la falta de compromiso, el sin sentido que se le da a la vida propia y ajena es el umbral entre el modernismo que abandera el progreso y el postmodernismo que no abandera nada. ¡Dios ha muerto! decía Nietzsche y escandalizó a su época -un síntoma de la indiferencia-, pero nadie leyó lo que seguía -otro síntoma más de la indiferencia-, "Dios sigue muerto. Y nosotros los hemos matado". El hombre ha matado a su Dios, a su ideal. El incomprendido Nietzsche advierte, crítica y evidencia pero sufrió la indiferencia de los demás.

Esta nueva apatía o apatía new look, que Lipovetsky menciona, tiene muchos rostros promovida por la capacidad de elegir teniendo como base el individualismo, desterrando lo público. La idea res publica non dominetur se ahoga en el narcisismo alimentado por el consumismo bárbaro de los individuos apáticos en cada una de las facetas de sus vidas. Saber, poder, trabajo, familia son elementos que conforman una civilización pero bajo esta nueva socialización, dice Lipovetsky, "... han dejado de funcionar globalmente como principios absolutos e intangibles...", se han vuelto opcionales, de fácil disposición y desecho. Homo videns, homo ludens, homo economicus, homo sapiens sapiens -tal vez este último en peligro de extinción-, son especies dignas de un estudio darwiniano en nuestra actualidad bajo la etiqueta del postmodernismo.

Sin embargo, hoy por la tarde fuí a un centro comercial para comprar algo que comer y encontré entre los pasillos del establecimiento a una pequeña niña de apenas cuatro o cinco años empujando un carrito de supermercado a su medida del cual sobresalía un bastón coronado con un letrero que textualmente dice: "Cliente en entrenamiento". Definitivamente, es necesario hacer una reflexión con bemoles shakespearianos de esta situación: resistir o no resistir esta barbarie.

Bibliografía: Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Trad. por Joan Vinyoli Y Michèle Pendanx. 13a ed. Barcelona, Editorial Anagrama, 2000. págs. 34-48. (Colección Argumentos).

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