domingo, 17 de agosto de 2014

De lo efímero a lo sempiterno o... ¿Es al contrario?

A propósito del 43° aniversario

Hoy me levanté temprano, no tanto como entre semana cuando el trabajo lo demanda. Asistí a mi cita con el doctor, ustedes saben: peso, dieta, tallas todo eso que un hombre de edad madura debe considerar cuando el tiempo en que la juventud ha quedado atrás requiere de un mantenimiento más intenso. Esto que menciono no es con pesar pero sí con algo de deseo, ¿cuánto uno gustaría vivir más? Eternamente como ahora los postmodernos afirman, sin presente ni futuro, podría asistir con frecuencia a Houston para un lavado, engrasado, cambio de motor, hojalatería, pintura, alineación y balanceo, con eso bastaría para lograr la vida eterna pero no es así, me tendré que conformar con alimentarme bien, dormir de la misma forma, combatir el estrés que nuestra sociedad ha impuesto creando una cultura de la urgencia ("si es que la urgencia tiene cultura" como en algún momento lo argumentó mi buen Maestro de Filosofía), porque la biología de nuestro cuerpo tiene una obsolescencia programada, se va oxidando y perdiendo sus funciones a pesar de las cirugías que se realicen (tal vez sea diferente cuando aparezca el Hombre Asimov).

En una reflexión menos superficial y hedonista, no consideraría ser sempiterno, tampoco eterno (si lo primero ya es soberbia, lo último es mucha más), pero sí vivir alrededor de unos 700 años, sería lo suficiente para hacer muchas cosas pero la realidad de millones de años de evolución humana se manifiesta de nuevo, nuestro cuerpo está diseñado para ser efímeros con respecto a la edad del universo que ese, sí es eterno o por lo menos sempiterno como la ciencia hasta este momento ha investigado.

Siendo más profundos y objetivos, lo que debe celebrar no es vivir lo mucho o lo poco, sino a la vida que "... es una gran tipa" como el abuelo le dijo a Juan Salvador en una comida con él y qué razón cuando continúa diciendo: "... Tú le pides a la vida pero dime que le ofreces y esto no lo olvides nunca mi nieto, pídele lo que mereces...". Con esta palabras reflexioné que no es un cumpleaños lo que hay que festejar sino una celebración a la vida, la mía y la de ustedes, con responsabilidades, derechos y obligaciones sin dejar de agradecer profundamente la oportunidad de compartir este espacio y tiempo, como lo resumiría Nicho Hinojosa en Coincidir. Así lograremos, aunque sea una paradoja, ser sempiternos y efímeros a la vez.

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